Lo que no le gusta al tempranillo le gusta a...
En la DOC Rioja, la variedad tempranillo tinto ocupa algo más de
48.000 hectáreas, es decir, más del 75 % de todo el viñedo cultivado.
Esta aplastante mayoría no ha sido siempre así. En los últimos 30
años, el tempranillo ha ido ganado terreno en detrimento de otras uvas
tintas como la garnacha e incluso también a las variedades blancas. En
1983 había tan solo unas 15.000 hectáreas de tempranillo, lo que
suponía algo más del 40% del viñedo total con denominación, mientras
que de garnacha tinta había 12.000 (33%) y de viura 7.000 (19%).
En España (con 970.000 hectáreas de vid) ha sucedido algo parecido. El
tempranillo tinto es la variedad más cultivada, a mucha distancia.
Está autorizada en 28 denominaciones de toda la península, de norte a
sur y de este a oeste, con diferentes nombres: cencibel (Mancha y
Extremadura), tinto de Madrid, tinto fino, tinto de Toro, tinto del
país (Castilla y León), ull de llebre (Cataluña), Tinta Roriz y
Aragonez (Portugal).
En Rioja la alternativa tinta al tempranillo era la garnacha. Son de
sobra conocidos los riesgos agronómicos de la garnacha, con tendencia
al corrimiento, menor potencial productivo y mayor sensibilidad a
botritis y polilla. Con la plantación de tempranillo se ha buscado
‘seguridad productiva’. El tempranillo cuaja bien, siempre produce y
es más fácil de cultivar. Pero, ¿qué hay de la rusticidad de la una
frente a la otra?¿qué hay de la resistencia a ácaros y oidio? Si
preguntamos a viticultores de la zona del Alto Najerilla, en terrenos
de secano, muchos nos dirán que están muy contentos con la garnacha y
hartos del tempranillo: «Cultivábamos garnachas toda la vida, que
daban poca guerra y ahora con el tempranillo hay que estar todo el día
encima». Se refieren a la baja sensibilidad a ácaros y oidio de la
garnacha.
¿Y qué es eso de la rusticidad? Es ni más ni menos que la diferencia
que había entre tempranillo y garnacha durante el calor de los veranos
2010 y 2011, en los que, a igualdad de condiciones, veíamos al
tempranillo sin hojas y a la garnacha con todas bien verdes en plena
actividad. Claramente, el resultado cualitativo al que se ha llegado
en estas condiciones descritas, es bien diferente entre ambas
variedades.
El tempranillo es muy sensible al estrés hídrico y al estrés térmico y
no es capaz de madurar correctamente, adquiriendo, en esta situación,
sensaciones organolépticas rechazables. Por el contrario, la garnacha
es más dura, administra mejor el agua, y consigue madurar con calidad
en lugares y condiciones más difíciles. Eso sí, es de ciclo mas largo
y hay que vendimiarla más tarde.
¿No será que nos hemos olvidado de la adaptación de la variedad al
clima, al suelo y a las condiciones de cultivo, y nos hemos
influenciado por la moda del tempranillo? ¿No habremos olvidado la
calidad por asegurarnos la producción constante todos los años? O
dicho de otra manera, hemos plantado tempranillo en todos los sitios,
como si todos fueran adecuados para producir tempranillo de calidad.
Tengamos en cuenta que la DO Rioja es muy grande y encontramos grandes
diferencias tanto de suelo como sobre todo de clima.
Si lo hemos plantado ampliamente tanto en Rioja Baja como en Rioja
Alta y Alavesa, en suelos fértiles y en suelos pobres, es porque le
suponemos una extraordinaria «capacidad de adaptación o plasticidad»,
y ¿estamos convencidos de que dará cosechas de calidad allí donde la
llevemos? Pues claro que no.
Tempranillo y zonas secas
El tempranillo va fatal en zonas cálidas y secas. Se producen vinos
alcohólicos, con baja acidez, falta de frescura aromática, falta de
estabilidad en el tiempo y poco adaptados al gusto del mercado. En
estas zonas va mejor la garnacha, cuyo potencial de acidez y
rusticidad es superior.
En cuanto a la fertilidad de los suelos, el tempranillo prefiere
suelos de fertilidad media que no tengan demasiada humedad en
primavera para evitar excesos de vegetación y de producción. En los
suelos ‘ricos’ hubiera sido más adecuado apostar por variedades
blancas. Es más sencillo hacer vinos blancos de calidad en suelos
excesivamente fértiles, que vinos tintos de calidad con tempranillo.
Al tempranillo le gustan los suelos de fertilidad media, pero es
fundamental tener asegurado un nivel suficiente de humedad durante la
maduración. ¿Cómo es que el tempranillo es la variedad tinta que más
se ha plantado en España? La respuesta es que ahora también es la
variedad tinta que más se arranca.
Se plantó mucho porque produce bien y fácil (cantidad), porque es una
uva conocida y porque abunda en Rioja y Ribera de Duero, donde se hacían
vinos conocidos con éxito. Pero el tempranillo es una variedad muy
poco plástica, difícil de adaptar a diferentes ambientes, y con
preferencia por las zonas frescas, sin calores fuertes coincidentes
con su maduración. Es decir, tanto en Rioja como en Ribera de Duero,
había unas áreas concretas donde se daban estas condiciones y es allí
donde hacen tempranillos maravillosos.
Pero la variedad, en sí, no es ni mucho menos garantía de calidad, ni
mucho menos de éxito comercial. La variedad se copia pero el conjunto
variedad-clima-suelo-hombre-cultura-saber hacer, no se copia, cuando
es a nuestro juicio la clave del éxito cualitativo y comercial.
Juan Antonio Leza
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